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Cenar tarde y de manera copiosa es una costumbre mediterránea muy arraigada. Sin embargo, es un hábito muy poco saludable, a diferencia de lo que se practica en otros países europeos cercanos, cuya cena se adelanta dos y tres horas a la habitual en España. Éste es uno de los factores que, según declara la doctora María del Mar Calvo, especialista en Aparato Digestivo de IMQ, “más contribuyen, junto con la obesidad y las comidas inadecuadas, a la aparición de la enfermedad por reflujo gastroesofágico”, o ERGE, como es también conocida.
Según pone de manifiesto la experta de IMQ, con motivo de la celebración, el 29 de mayo, del Día Mundial de la Salud Digestiva (DMSD), una iniciativa promovida por la Organización Mundial de Gastroenterología, “en Euskadi tenemos a más de 350.000 personas que padecen reflujo esofágico, prevalencia que ronda el 16% de la población”.
Tal y como señala la doctora Mari Mar Calvo, “los síntomas más habituales de la enfermedad por reflujo gastroesofágico son ardor, acidez, amargor y regurgitación ácida que llega a la boca”. Estos son los síntomas típicos “pero hay otros extraesofágicos (atípicos), como tos crónica, dolor torácico de origen no-cardiaco, molestias de garganta como ronquera u otros”.
Las causas de la ERGE se deben a “una relajación excesiva del esfínter esofágico inferior, a una debilidad de esta válvula o a alteraciones anatómicas, como puede ser una hernia de hiato”.
Entre las complicaciones que la enfermedad puede generar con el tiempo, la doctora Calvo enumera “las estenosis, consistentes en el estrechamiento del esófago debido a su inflamación crónica, la esofagitis (heridas en la pared del esófago causadas por el ácido), y, el esófago de Barrett”.
Asimismo, la especialista de IMQ destaca, en línea con los planteamientos de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD), que el reflujo gastroesofágico “puede afectar notablemente a la calidad de vida de los individuos que lo padecen e implica altos costes en consumo de recursos directos (medicación, pruebas diagnósticas, visitas médicas, cirugía, etc.), e indirectos (absentismo laboral y pérdida de productividad)”. En Europa se calcula que el coste individual por paciente desde seis meses antes del diagnóstico hasta un año posterior al mismo, alcanza los 9.000 €.
Diagnóstico
Para el diagnóstico, la especialista de IMQ destaca la utilidad sobre todo de la historia clínica y de la endoscopia digestiva alta o gastroscopia. La gastroscopia consiste en “un pequeño tubo que se introduce por la boca y con el que podemos verificar si, a partir de unos síntomas de acidez y ardor, hay heridas en el esófago (esofagitis), la gravedad de las mismas, o complicaciones asociadas. También se verifica y se comprueba si la sintomatología corresponde o no a otro problema de salud”. La Dra. Calvo llama la atención sobre el hecho de que, tal y como ha puesto de manifiesto la SEPD, “entre un 10% y un 15% de los pacientes que se someten a una endoscopia digestiva y refieren síntomas de reflujo gastroesofágico, presentan finalmente un esófago de Barrett”.
Tratamiento
Ante la confirmación diagnóstica, realizada por un médico de Familia o bien un especialista en Aparato Digestivo y, habitualmente, con la realización de una endoscopia digestiva cuando está indicada, “entre el 70% y el 90% de los pacientes se pueden beneficiar de los fármacos inhibidores de la bomba de protones, que siendo indicados por un especialista cuando procede, son totalmente eficaces y seguros”. En este sentido, la SEPD señaló, tras un exhaustivo análisis, que estos fármacos son seguros y los beneficios de su empleo, a corto y largo plazo, superan los posibles efectos secundarios, siempre que la indicación, dosis y duración sean las adecuadas.
A pesar de esto, todavía queda un porcentaje de pacientes que puede no responder a estos tratamientos y que padece lo que se denomina como reflujo gastroesofágico refractario. “A estos pacientes se les realiza una prueba denominada pHmetría y, según los resultados, se puede plantear un nuevo abordaje farmacológico o la cirugía”.
Recomendaciones
Entre las recomendaciones que apunta la especialista en Aparato Digestivo de IMQ, se encuentran “acudir al médico si los síntomas de ardor o acidez son frecuentes, evitar las comidas copiosas; tener moderación en el consumo de grasas, chocolate, té y café; evitar el tabaco y las bebidas alcohólicas; perder peso (se ha encontrado una relación entre la obesidad y el riesgo de padecer enfermedad por reflujo gastroesofágico); no acostarse ni tumbarse en las dos horas siguientes a la última comida; y, si es necesario, elevar ligeramente el cabecero de la cama al dormir, para que la saliva lave los restos de reflujo en el esófago, atenuando los síntomas”.
Calidad de vida
La doctora Calvo advierte de que los pacientes que presentan reflujo gastroesofágico presentan “no solo problemas físicos sino también emocionales y, en general, si no son tratados adecuadamente o no son tratados en absoluto porque no van al médico, experimentan un descenso importante en su calidad de vida. Esto afecta tanto al propio paciente como a su entorno social más cercano (familia, amigos, trabajo) y en facetas tan distintas como el trabajo, el ocio y el sueño”.
La experta de IMQ concluye destacando que “los medios diagnósticos de que disponemos y el arsenal terapéutico actual nos permiten un control de la enfermedad por reflujo gastroesofágico en la mayor parte de los casos, por lo que es totalmente recomendable acudir al especialista si los síntomas son frecuentes, pero siempre empezando por cuidarse con unos adecuados hábitos higiénico-dietéticos”.
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