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La OMS abrió una consulta pública, que terminará el 1 de junio, para revisar por primera vez en 15 años sus directrices sobre el consumo de estos ácidos grasos, que se encuentran en muchos alimentos y pueden causar enfermedades cardiovasculares o la muerte.

El director del Departamento de Nutrición para la Salud y el Desarrollo de la OMS, Francesco Branca, resumió en una teleconferencia las recomendaciones de la organización, que aún serán sometidas a un extenso proceso de revisión.

«Para adultos y niños los ácidos grasos saturados deben ser reducidos a menos del 10 % de la energía total ingerida y no deben ser aumentados si la ingesta es ya menor», indicó.

A su vez «los ácidos grasos trans en adultos y niños deben ser reducidos a menos del 1 % de la energía total y no deben ser incrementados» si es menor que ese porcentaje, explicó Branca.

Además, ambos ácidos grasos, deben ser sustituidos por ácidos grasos poliinsaturados (que incluyen grasas omega-3 y omega-6, esenciales para el crecimiento de las células y el funcionamiento del cerebro), añadió.

Branca indicó que eso no quita que los ácidos grasos monoinsaturados «también son aceptables para reducir el colesterol-LDL» (lipoproteínas de baja densidad).

Lo que es nuevo en las directrices propuestas por la OMS en comparación con las anteriores es que en el pasado las recomendaciones se basaban en la media poblacional, mientras que ahora «son aplicables a nivel individual».

También especifica claramente que los ácidos grasos trans incluyen tanto a los industriales como a los producidos por rumiantes, y también la recomendación de la sustitución es nueva.

Los ácidos grasos saturados se encuentran en fuentes como la mantequilla, la leche, la carne, el salmón y las yemas de huevo, y algunos productos derivados de plantas como el chocolate y la manteca de cacao, el coco, la palma y los aceites de palma.

Los ácidos grasos trans pueden producirse industrialmente mediante la hidrogenación parcial de aceites vegetales y de pescado, pero también se producen naturalmente en la carne y productos lácteos de animales rumiantes (vacuno, ovejas, cabras, camellos, entre otros).

«En una dieta normal el consumo de grasas trans que provienen de rumiantes es básicamente por debajo del 1 %» de la energía ingerida, indicó Branca.

Los ácidos grasos trans producidos industrialmente se pueden encontrar en alimentos horneados y fritos (rosquillas, galletas, galletas saladas y pasteles), aperitivos y alimentos preenvasados, y grasas y aceites de cocina parcialmente hidrogenados que a menudo se usan en el hogar, en restaurantes o en el sector informal, como vendedores ambulantes.

Branca explicó que los efectos en el factor de riesgo cardiovascular «es el mismo» tanto si las grasas trans proceden del animal o de alimentos industriales. 

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