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Un combustible “verde” compuesto por un líquido no tóxico podría nutrir el futuro en el espacio y propulsar misiones a la Luna y otros planetas.

La NASA probará el combustible y el sistema de propulsión por primera vez en la Green Propellant Infusion Mission (GPIM), que se lanzará en un cohete SpaceX Falcon Heavy.

La misión demostrará las características excepcionales de un combustible «verde» de alto rendimiento desarrollado por el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea (AFRL) en la Base Edwards, California.

 

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Más verde, mejor rendimiento

El propulsor combina el nitrato de hidroxilamonio con un oxidante que le permite quemar, creando una alternativa a la hidracina, el combustible altamente tóxico comúnmente utilizado por las naves espaciales en la actualidad.

El manejo del líquido requiere estrictas precauciones de seguridad: trajes de protección, guantes de goma gruesos y tanques de oxígeno. La GPIM promete menos restricciones de manejo que reducirán el tiempo que lleva prepararse para el lanzamiento.

Otra ventaja del combustible “verde” es el rendimiento. Es más denso que la hidracina y ofrece casi un 50 % más de rendimiento. Esto significa que las naves espaciales pueden viajar más lejos u operar por más tiempo con menos combustible a bordo.

combustible "verde"
El combustible verde será probado por primera vez en la GPIM. Crédito: NASA

 

Para aprovechar sus beneficios, los ingenieros primero tuvieron que desarrollar hardware nuevo, desde propulsores y tanques hasta filtros y válvulas. La GPIM utiliza un conjunto de propulsores que disparan en diferentes escenarios para probar el rendimiento y la confiabilidad del motor.

Aerojet Rocketdyne, construyó y probó exhaustivamente el sistema de propulsión GPIM. El hardware consiste en un tanque de propelente y cinco propulsores de un Newton para transportar el combustible no tóxico.

«Este proyecto tiene el potencial de inspirar nuevas ideas y nuevas misiones», dijo  Christopher McLean,investigador de la GPIM.

Los beneficios del combustible verde ayudarán a mejorar la forma en que se diseñan y operan los satélites. Además, existe un potencial para que esta tecnología se use para una variedad de misiones lunares dentro del programa Artemisa, pero primero debe demostrarse en el espacio.

 

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