El corazón es un órgano vital, de ahí la importancia de su cuidado. No es un músculo más del cuerpo y de hecho, empieza a latir a las cuatro semanas de concepción y, si no hay patologías que lo afecten, también lo hace 100.000 veces a diario.
Su tamaño es similar al de un puño, está compuesto por tejido muscular y bombea sangre a todo el cuerpo. Cuando el corazón para de latir, se produce la muerte de la persona, ya que, con sus 75 trillones de células, controla que todos los órganos hagan su trabajo y el individuo viva.
El corazón es uno de los órganos más expuestos a sufrir diversas enfermedades. Incluso, la Organización Panamericana de Salud (OPS) informó recientemente que este tipo de padecimientos son la principal causa de muerte en el continente americano.
Las afecciones cardíacas incluyen problemas en los vasos sanguíneos, el ritmo cardíaco, defectos cardíacos de nacimiento y enfermedad de las válvulas y del músculo cardíaco, entre otras. Estas patologías son llamadas enfermedades cardiovasculares.
Una de estas afecciones cardíacas es la miocarditis, la cual causa la inflamación del corazón y sus principales síntomas, según Medline Plus, son: dolor torácico que se puede asemejar a un ataque cardíaco, fatiga, fiebre, dolor articular e hinchazón en las piernas.
¿Qué es el corazón de atleta?
El Manual MSD de salud para el público en general precisa que se trata de un síndrome que, si bien no necesariamente denota algo negativo para el cuerpo, transforma el estado del corazón.
Quienes practican algún deporte reconocen lo fundamental que es contar con una buena salud cardíaca para su correcto rendimiento físico, por lo que procuran llevar hábitos sanos que contribuyan a tener ese bienestar general.
Conforme se vuelve frecuente la actividad física, especialmente de alta intensidad, algunos deportistas pueden desarrollar el síndrome de corazón de atleta. De acuerdo con el referido manual, este trastorno hace referencia a “los cambios fisiológicos normales que sufre el corazón en las personas que hacen regularmente ejercicio aeróbico vigoroso (por ejemplo, carreras o ciclismo de alta intensidad) y también en quienes realizan un entrenamiento físico intenso con pesas (levantamiento de pesas)”, precisan.
Entre dichos cambios se enlista un aumento en el tamaño del corazón, engrosamiento de las paredes y agrandamiento de las cámaras o cavidades cardíacas. Con estas condiciones se facilita un mayor bombeo de sangre al resto de organismo en cada latido, lo que propicia una regulación del ritmo cardíaco, así como un “pulso más lento y más fuerte”, según detalla el manual.
Pese a ser una condición que se genera como resultado de la actividad física, cabe mencionar que estas características son similares a las que ocurren cuando se padece de ciertas afecciones cardíacas. Bajo esta línea, lo ideal es que el deportista acuda de manera regular al médico y evalúe periódicamente la salud del corazón, debido a la sobrecarga que se le genera.
Igualmente, es primordial descartar que la sintomatología no responda a otra enfermedad distinta al síndrome del corazón de atleta, por lo que es importante fijarse si se presentan otras señales al tiempo, como cambios en la presión arterial, por ejemplo.
“Cuando un deportista deja de entrenar, el corazón de atleta desaparece lentamente, es decir, el tamaño del corazón y la frecuencia cardíaca tienden, gradualmente, a parecerse al patrón característico de una persona que no practica deporte”, precisa el Manual MSD de salud. Lo anterior quiere decir que no existe algún tratamiento específico para este síndrome y el corazón tiende a recuperar su estructura luego de un tiempo sin actividad física demandante.
Tener buenos hábitos alimenticios y realizar ejercicio beneficia al corazón.