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Australia.
Cuando James Harrison tenía 18 años fue sometido a una cirugía mayor. Era 1951 y los médicos descubrieron que tenía “sangre mágica”. Encontraron que la sangre de este australiano contenía un raro anticuerpo con el cual se podía crear un tratamiento para salvar vidas. Más específicamente, vidas de bebés que sufren la enfermedad hemolítica del recién nacido o EHRN.
Entonces Harrison se dedicó a donar sangre y plasma de forma regular y lo ha hizo durante más de seis décadas para elaborar el medicamento conocido como Anti-D. A este australiano se le conoce como “el hombre con el brazo de oro”. Pero ahora que tiene 81 años ya ha superado la edad límite para ser donante y el viernes pasado lo hizo por última vez, llegó a la donación número 1,173. Según el diario Sydney Morning Herald, Harrison realizó 1,163 donaciones del brazo derecho y 10 del brazo izquierdo.
El Servicio de Donación de Sangre de la Cruz Roja Australiana calcula que Harrison, en el curso de su vida, ayudó a salvar la vida de unos 2,4 millones de bebés. “Muy poca gente tiene estos anticuerpos en concentraciones tan altas (como las de Harrison)”, le dijo al Herald, Jemma Falkenmire, del Servicio de Donación de Sangre de la Cruz Roja Australiana. “Su cuerpo produce gran cantidad de ellos y cuando dona sangre, su organismo produce aún más”, explica Falkenmite.
Harrison asegura que se siente muy feliz de haber ayudado a salvar vidas de bebés. Y cuenta que entregó plasma siempre que el servicio de donación se lo pidió. Con esto contribuyó a los tratamientos de millones de mujeres en Australia, incluida su propia hija.
“Durante mi última donación el viernes llegaron unas doce madres con sus bebés para agradecerme lo que he hecho”, cuenta Harrison. “Fue triste, el fin de una era para mí”. “Mi propia hija recibió una de estas inyecciones y su hijo, mi nieto, cumple ahora 23 años. Esto me ha hecho muy feliz, porque pude tener un nieto sano y también muchas otras personas”, afirmó.
Anti-D
Durante los años 1950, los científicos habían descubierto que el anticuerpo de la madre que causa daños en el feto, llamado globulina hiperinmune Rh (RhIg), conocido en Australia como Anti-D, también podía utilizarse para crear un tratamiento.
Y los médicos descubrieron que la sangre de Harrison contenía, en grandes cantidades, ese compuesto Anti-D que podía salvar la vida de los bebés con EHRN.
“De la sangre que yo donaba tomaban el plasma, que es un componente de la sangre, y la llevaban a los laboratorios para producir inyecciones con el Anti-D”, le contó Harrison a la BBC.
“Estas son las inyecciones que se suministran a las mujeres con sangre Rh negativa, que son identificadas durante su primer embarazo con un análisis de sangre”, explica.
“La primera inyección se da en los primeros meses del embarazo y la segunda después del parto”, dice Harrison. La inyección de RhIg provoca la destrucción de los glóbulos rojos del feto que han estrado en la circulación materna, impidiendo que el cuerpo de la madre genere anticuerpos peligrosos que pueden causar complicaciones en el feto o complicar futuros embarazos. Pero su sangre salvó millones.
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