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Esta enfermedad causa una serie de síntomas poco específicos que la hacen difícil de diagnosticar, a no ser que se haya detectado la picadura de la garrapata, que en el caso de Europa es sobre todo de la especie «Ixodes ricinus» o garrapata de la semilla de ricino: se estima que cada año en Europa se infectan 100.000 nuevas personas.
«En España no hay muchos casos, en parte porque no se diagnostican», explica a Efe Juan Anguita, del Centro de Investigación Cooperativa en Biociencias de Bilbao (norte de España), el CIC bioGUNE.
Generalmente la infección causa inflamación, que es más común en articulaciones —artritis—, corazón —carditis— o el sistema nervioso —neuroborreliosis—, con sintomatología que puede incluir parálisis.
El tratamiento con antibióticos es en la mayoría de los casos altamente efectivo si se realiza en las fases tempranas de la enfermedad, pero se complica en etapas tardías con, por ejemplo, la aparición de artritis en una de las rodillas; aparece en una sola y no se sabe por qué, detalla el investigador del centro vasco.
A pesar de ser una enfermedad que se estima afecta a cientos de miles de personas en Europa y EE.UU. no existe vacuna frente a ella, apunta Anguita, quien aclara que la infección no se produce inmediatamente, si no que tarda entre 40 y 48 horas.
«Si no hay tratamiento con antibióticos, la enfermedad puede durar años», resume el investigador del CIC bioGUNE, quien destaca la importancia de conocer los mecanismos de acción que utiliza la bacteria transmitida por la picadura de la garrapata para infectar.
Este trabajo, publicado en el último número de la revista PNAS, es precisamente lo que hace; en concreto, los científicos describen la acción de una proteína -la BBA57- inmiscuida en la infección.
Los investigadores constataron que esta proteína inhibe varias funciones asociadas con la respuesta inmune mediada por las células, provocando así que la bacteria infecciosa sobreviva y se disemine por el cuerpo: esta proteína es muy importante para el establecimiento de la infección en fases iniciales, pero no solo.
Según Anguita, también es clave en etapas más tardías, en concreto en la inducción de la inflamación, por eso es lógico usar esta proteína como potencial vacuna, «de la que ya hubo una pero se retiró del mercado porque se vendía poco» -esa vacuna solo se dispensaba en EE.UU., estaba basada en otra proteína y debía aplicarse todos los años; ahora se utiliza solo para perros-.
Los científicos, también de la Universidad de Maryland, los Institutos Nacionales de Salud y la Universidad de Tufts (Boston), todos en EE.UU., hicieron los experimentos con bacterias con y sin esta proteína ‘in vitro’ y en modelos de ratón atacados por garrapatas, en los que vieron que cuando la proteína BBA57 de la bacteria se inhibe no se desarrolla la enfermedad de Lyme.
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