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(Agencia N+1 / Víctor Román) El acné suele ser un dolor de cabeza durante la adolescencia, llena la piel con erupciones y daña la autoestima. Por eso, la investigación publicada el Journal of Investigative Dermatology que asegura tener una vacuna contra los odiosos granitos cada vez más cerca, suena a una buena noticia.

Un equipo internacional de investigadores ha descubierto que una toxina desencadenante de la inflamación llamada CAMP puede reducirse mediante la aplicación de anticuerpos muy específicos, al menos en ratones. Aunque convertir esos anticuerpos en una vacuna humana será complicado, al menos ahora ya se tiene una idea de lo que podría funcionar.

Una condición compleja

 

Los científicos recién están comenzando a entender por qué la bacteria desencadena el acné en algunas personas y no en otras, pero está claro que el uso de antibióticos en la piel no solo a menudo no funciona, sino también con efectos secundarios.

Actualmente, los médicos también tratan el acné severo con reguladores hormonales (como la píldora anticonceptiva) o isoretinoína, más conocida como Roaccutane. Estos también vienen con sus propios efectos secundarios, y lo peor de todo es que la mayoría de ellos no solo no ofrecen alivio a largo plazo, sino que no funcionan en absoluto.

 

«Las opciones de tratamiento actuales a menudo no son efectivas ni tolerables para muchos del 85% de los adolescentes y más de 40 millones de adultos en los Estados Unidos que padecen esta afección inflamatoria cutánea multifactorial», explica Chun-Ming Huang, del Departamento de Dermatología, Universidad de California, San Diego. «Se necesitan urgentemente terapias nuevas, seguras y eficientes».

La luz al final del túnel

Pero los investigadores podrían finalmente haber encontrado una forma de evitarlo. Han estado trabajando en una vacuna contra el acné desde hace unos años, y acaban de publicar sus resultados en pruebas tempranas en ratones a fines de junio.

 

Investigaciones anteriores habían descubierto que el C. acnes secreta una toxina llamada factor Christie-Atkins-Munch-Petersen (CAMP). Pero ahora el equipo de ha encontrado que el factor CAMP estaba causando una inflamación similar al acné en ratones. Y cuando mutaron el factor CAMP en las bacterias de los ratones para que no fuera funcional, la inflamación se redujo significativamente.

 

Luego probaron una vacuna de anticuerpos del factor CAMP 2, que disminuyó la respuesta inflamatoria y, por lo tanto, el acné. Ahora el siguiente paso es ver si el mismo método puede funcionar en humanos. «Una vez validado por un ensayo clínico a gran escala, el impacto potencial de nuestros hallazgos es enorme para los cientos de millones de personas que sufren de acné vulgar», dijo Huang.

 

Aunque la vacuna aun no es una realidad (y faltarán varios años), este estudio sin duda nos pone más cerca de un futuro en el que las erupciones cutáneas ya no serán una molestia.

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