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Luis Carlos Villamil Miércoles, 13 de junio de 2018


Luis Carlos Villamil Miércoles, 13 de junio de 2018

La aparición de nuevas enfermedades (emergentes) es real. Sin exagerar es una característica destacada del siglo XXI que constituye un desafío para la salud pública. Especialmente en los países en desarrollo, las enfermedades emergentes afectan los sectores más vulnerables como las áreas rurales donde las condiciones de deficiente infraestructura de vivienda y la falta del suministro de servicios públicos, favorece la presencia de los vectores de diversos virus y por ende el riesgo de enfermedades.

El virus de Zika apareció en Colombia en Turbaco en septiembre de 2015, afectó más de 100.000 personas, algunos sufrieron parálisis temporal y varios recién nacidos presentaron cabeza pequeña (microcefalia), atribuida a la infección viral. Desde 1970, nuestro continente recibe los ataques de nuevos virus que se convierten en residentes del territorio. El Dengue que ahora es endémico (que afecta habitualmente a una región) en todo el continente, ha causado millones de enfermos y miles de muertos. El virus Chikungunya llegó en el 2013 procedente de Asia y al igual que el Dengue, ya es otro residente.

El virus, se transmite mediante la picadura de mosquitos infectados, principalmente del género Aedes, insectos de amplia difusión, traídos de África en el siglo XVI, mediante el tráfico de esclavos; dichos insectos tienen actividad por debajo de los 2200 metros de altura sobre el nivel del mar, es decir en gran parte del territorio colombiano.

Durante los últimos años la enfermedad de Zika, se expandió geográficamente, cambiando de una dolencia endémica leve y esporádica en Asia ecuatorial y África, a una pandemia causando grandes brotes. La rápida propagación de esta enfermedad se vio favorecida por el hecho de que el virus desarrolló mecanismos para afectar el sistema nervioso de los enfermos, el cerebro de los fetos y la eliminación por los fluidos seminales.

En varios países de América Latina, el control de los vectores de otros virus como el dengue, transmitido por los mismos mosquitos que transmiten el Zika, no ha sido exitoso, debido a una lenta operatividad de los servicios de salud y a la gran capacidad de adaptación y eficiencia biológica de los mosquitos. La diversidad del territorio, la ausencia de servicios de agua potable en las áreas rurales y rurales dispersas, las extensas zonas de frontera, constituyen también, otros limitantes para la prevención y el control de estas enfermedades transmitidas por vectores.

La rápida distribución mundial de virus como el Zika, que en el pasado se consideraba restringido a áreas geográficas específicas de África, con características de una enfermedad benigna y poco frecuente, indica la importancia de tales enfermedades para la epidemiología y la salud pública, desde la perspectiva de su capacidad para transformarse y causar más daño y el potencial de adaptación, de dichos agentes a los vectores que habitan las zonas tropicales.

La posibilidad de que surjan nuevas enfermedades infecciosas provenientes de lugares lejanos es alta. Se requieren nuevas alianzas y estrategias para hacer frente a dichos desafíos. Se deben ensayar mecanismos de cooperación utilizando los recursos físicos, económicos y especialmente el talento humano calificado que labora en el sector salud, pero también en el ambiental y en el agrícola.

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